Estrategias para la crianza bilingüe/multilingüe

Lic. Magalí L. Stolovitsky Colb
MS, CCC-SLP/BE-TSSLD

  • Acuerdo: es esencial que ambos padres se sientan seguros en su decisión de educar a sus hijos como niños bilingües/multilingües. Por ejemplo, si uno de los padres no domina una de las lenguas a la que está siendo expuesto el niño, es crucial que se sienta cómodo con que el otro adulto use esa “desconocida y misteriosa lengua” con el niño.
  • Plan de acción: los padres deben elegir qué método creen más adecuado para su hijo y se ajusta mejor a la composición y dinámica familiar:
  1. Una persona, una lengua: cada padre o cuidador utiliza sólo un idioma para interactuar con el niño. Según este sistema, ambas lenguas son introducidas desde el inicio. La crítica principal a este principio proviene de los mismos padres bilingües, a quienes les agobia controlar esos irrefrenables impulsos de usar la lengua de la comunidad/mayoritaria en muchas ocasiones.
  2. Lengua minoritaria en la casa: consiste en que sólo se usa la lengua minoritaria en el hogar. En este caso, las lenguas se presentan secuencialmente, ya que el niño aprenderá la lengua que habla la comunidad una vez que comience su escolaridad. El inconveniente con este modelo es que sólo funciona cuando ambos padres hablan la lengua nativa.
  3. Los niños asocian la lengua no sólo con los usuarios sino con los contextos en los cuales se usa. Por tanto y siempre que haya suficiente y constante exposición en la lengua minoritaria, cualquier patrón que sea funcional y natural para la familia es apropiado. Algunas variaciones son: (1) la lengua mayoritaria se habla a diario en el hogar; la lengua nativa se habla todos los fines de semana cuando el niño visita a sus abuelos o participa de eventos culturales donde se habla la lengua minoritaria; (2) la lengua de la comunidad se habla cuando ambos padres llegan de trabajar; la lengua madre se utiliza durante el día que el niño queda a cuidado de sus abuelos.
  • Exposición: los investigadores sugieren que el niño necesita exponerse a la lengua minoritaria al menos un 30 % de las horas que está despierto para aprenderla. Son aproximadamente unas 25 horas semanales en las que deben crearse múltiples oportunidades para que el niño escuche y use la lengua nativa.
  • Paciencia y Consistencia: la crianza bilingüe/multilingüe no ocurre de la noche a la mañana; seguramente surjan momentos de dudas e inseguridad. Sin embargo, como otros tantos aspectos de la crianza, la educación en más de un idioma requiere de un compromiso a largo plazo y perseverancia. Los padres de niños monolingües pasan por las mismas instancias de incertidumbre en relación al desarrollo del lenguaje. La diferencia es que, durante mucho tiempo se creyó que la educación bilingüe en la primera infancia retrasaba y entorpecía la adquisición normal del lenguaje. Sin embargo, y gracias a los trabajos de investigación se cuenta con evidencia suficiente para derribar este mito.
  • Ambiente lingüístico rico: al igual que en la crianza de niños monolingües, no son necesarios juguetes costosos o programas de enseñanza sistematizada para aprender a hablar. En cambio, deben garantizarse múltiples interacciones orales con usuarios competentes de cada lengua durante actividades de la vida diaria, donde el niño tenga un rol activo. Se recomienda contar con un entorno lingüísticamente enriquecido por recursos como el canto, la lectura, la proyección de videos familiares, o programas televisivos seleccionados y supervisados por un adulto. Ofrecer experiencias balanceadas en ambos idiomas para asegurar una exposición equilibrada.
  • No convertir el Bilingüismo en un problema; no presionar: el niño no debe ser forzado a ser bilingüe, si ello no ocurre naturalmente. Mucho menos ser expuesto a otros para demonstrar habilidades. Ello posiblemente lo avergüence, lo haga sentir diferente y cree resistencia. No castigar!! Siempre que el niño esté expuesto a una(s) lengua(s) en contextos diversas y con personas diferentes y sienta la necesidad de usarla(s) para interactuar con el mundo que lo rodea, la(s) va a aprender. Concebir al Bilingüismo como parte de la identidad familiar, no como un problema a resolver. Cual sea el sistema que la familia adopte, volverlo lo más natural posible, ser consistente y asegurarse que el niño esté igualmente expuesto a cada lengua.
  • Evitar diferencias: el lenguaje está fuertemente asociado a las emociones, regula la conducta y estructura el pensamiento. Si hay más de un niño en la familia, utilizar cada lengua por igual con cada niño en distintas situaciones. Por ejemplo, evitar (1) hablar al mayor en un idioma y al menor en otro; (2) regañar siempre en una lengua –que en muchos casos es la nativa-; (3) leer y enseñar conceptos pre-académicos en la lengua mayoritaria.
  • Mezcla no significa confusión: utilizar elementos de las dos lenguas en la misma emisión es un fenómeno natural para hablantes bilingües/multilingües y parte del desarrollo normal del lenguaje. La transferencia entre idiomas ocurre por muchos motivos, como por ejemplo para el completamiento de frases. Este fenómeno no es signo de dificultad o falta de distinción de cada idioma. La alternancia de idiomas no debe ser castigada sino entendida como una habilidad; una estrategia lingüística que sugiere cierto grado de competencia bilingüe.
  • Nunca dar por sentado: No asumir que el niño no entiende o no puede responder a cierta instrucción que se presentó únicamente en un idioma. Ya sea que se haya usado la lengua dominante –con la que el niño tiene más habilidad y siente más comodidad – o la segunda lengua, repetir la consigna en el otro idioma y comparar las respuestas.